Friday, April 18, 2008

Danzantes Nocturnos

La hora en que los danzantes nocturnos se convierten en estrellas. Son palabras robadas a otro texto que escribí tiempo atrás. Algo tenía este verso que atrapó mi atención más no así el poema en su totalidad. En el momento de la relectura, con unas buenas tijeras, podé todo el poema y solo sobrevivió esta línea, sin remordimiento o un mea culpa extraídos desde la distancia. Al ver relucientes estas palabras sin el heno y la paja, cobraban ante mis ojos una nueva dimensión. Dejaba el texto de ser simplemente una bocanada existencial de una desilusión y se transformaba en un vitral con otros colores y tématica diferente al original. La hora en que los danzantes nocturnos se convierten en estrellas; eran más que los residuos de otro poema, palabras recreadas a destiempo y por otros motivos. Ahora, cuando los días y noches recurrentes y obsesivos, abrevaban del tiempo sus santas pócimas, un nuevo sendero se abatía sobre estas palabras. Generaba una nueva dicotomía para tracender su naturaleza colocándose en el eje mismo de una nueva creación.
Al reinterpretarse así mismas estas palabras, en ese extraño sortilegio de insospechados motivos y argucias celestiales, dejaban su pecho abierto para que la flama de su propia esencia marcaran la ruta. Estas líneas recreadas en las sombras de la noche, cuando el brillo de la metamorfosis divina es más elocuente, cuando el retiro, el sueño, la retroacción espiritual se encamina hacia lo eterno, hablaban y se reflejaban en un ceremonial de fuego danza y tambores. En este plano ocurre el milagro de la transmutación de la carne y su espíritu se inserta al cañamo que ata firmamentos, más allá de razones y explicaciones vanas.
¿Cómo sacrificar el resto del poema sin estas palabras o cómo sin estas palabras liberarme de su obsesión? Salomónica salida. Darle sentido a las formas abstractas que las acuarelas liberan con las caricias de las olas sobre la arena. Crear un nuevo dibujo austral, donde el desdoblamiento del DNA o la música cósmica que producen los astros en su despeñarse en lo eterno sean al unísono, con el Dador de entelequias celestes, una sinfonía más en el firmamento, es decir: otra estrella o sol en la concatenación de antagonismos, nimiedades o constelaciones. El estribo del infinito

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