Me observa fijamente.
Trata de interpretar mis palabras y mis silencios.
Le hablo de mis dolencias y preferencias.
Le digo que disfruto de mi café de Guatemala antigua.
De los tres años de poesía que acabo de incinerar.
El me observa desde un pozo profundo,
mueve la cabeza ligeramente, como tratando de decir:
!Claro que te entiendo!
¿Qué no te das cuenta, que todas las barreras
se encuentran en nuestra percepción?
Mueve la cabeza esperando mi respuesta.
Sus ojos juegan a serpientes y escaleras
en el tablero del silencio.
Donde se apuestan cadencias, rumbas
y uno que otro cha cha chá.
Empiezo a rayonear una hoja en blanco, virgen.
Abarcando toda la superficie escribo: Hoy.
Siento en mi espalda su mirada.
Volteo y lo veo mirándome.
Su silencio es primo hermano de las catacumbas.
Su respiración es más rápida que la mia.
Voy hacia él, le acaricio la cabeza.
Le pongo un collar de cuero negro
y lo saco a pasear.
Friday, April 18, 2008
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment