Thursday, April 24, 2008

Los telares de Teotitlan del Valle

La magica Mitla

Los colores del mercado municipal

El zocalo Oaxaqueño

Doña la O

Oaxaca y su cebadera de enigmáticos sortilegios,
avenidas angostas, diminutas epopeyas bajo su andar;
Acechan los vientos, las luces de bengala
caen como algarabía de solecitos
sobre tu noche ciudad.
Mujer enigmática Envuelta en huipil de seda presta para el amorío
o para la expiación.

Maria Tierra
Mujer patrona, Ix chel
Mano que extirpa raíz y lo vuelve
corazón de barro amortajado en maíz.

Maria del conjuro
Para tejer en el cielo
los motivos del ser, del amar.

Pacha ma ma en cualquiera de sus venas,
en cualquier cartografía de papel.

Maria sin Maria
Casi nada y casi todo
De rituales desconocidos y rubores por incapacidad.

Eres Maria Oaxaca y Juan.
Presta ante el reto de tus montañas;
rejuvenecida en tu danza ancestral,
antes que la palabra vivificara
el barro, el pedernal.

Cantora de vuelos y rutas desconocidas;
zoología fantástica, trazos de Xuchitán.
De cosas siempre dichas
Y siempre acabadas de nacer.
Oaxaca. Jeroglífico que noche a noche

interpretan las estrellas, pestañeando de azahares

Cielo austral
De boreales retablos;
leyendas que hablan desde la piedra
de otros tiempos, espumas y ventiscas
tatuadas en la piel..
Oaxaca con tu alud de minutos a la deriva,
simulas coincidencias
para desdibujar lo mágico del asunto
haciéndolo ver causalidad nuevamente en Abril.
Oaxaca de nueva cuenta el lugar augurado.
Para destrabar la rueda del tiempo
para aglutinar acertijos, tragos de mezcal.

El porvenir se dibuja en todas las cosas.
Las bancas del parque otean a conformidad.
Los moles y chapulines,
las clayudas y abalorios, las montañas y sus nubes
conspiran por consejo del Dios sol y su ejercito de luz.

Oaxaca testigo y al mismo tiempo
partera de sombras y claridad.
Tus arterias ciudad antigua, blasfeman silencios y trajedias
para inocular el veneno, la falta de equidad.

Por la noche en el zócalo te recuestas sobre ti misma,
pincelas sobre el lienzo de la noche una luna nueva
que las nubes visten y desvisten
en un eterno y opalino trajinar.
Al compás de los enigmas y las estridencias en semana santa
te desnudas ciudad.
Entre sahumerios y matracas; arrepentimientos
días de guardar para nunca buscar.
Huesped y ardid nacida en la piedra del calendario solar. Parturienta de encantos siempre verdes y azules en hierve el agua.
Sitio predestinado en el papel ámate
donde se esconde la lejanía
y solo responde al llamado del barro negro de Ocotlán.

Oaxaca nodriza del cielo
para amamantar con tu leche de cielo
a los elegidos y, posiblemente, a alguien más.
Curadora de huesos y heridas de tus tantos hijos
desparramados entre surcos, atajos, veredas, caminos sin andar.

Oaxaca la de silencios bermellones,
pigmentos nacarados para el alma
para cincelar en su pórtico tantas injusticias del estar en el no estar.
Señora de salmos y conjuros,
destierros y torturas
tomas del mapa celeste tu alo de mujer.

Oaxaca; señora virgen
Sitio de tristuras y encantamientos, de rojo cobalto,
para embarrarlo en el pecho de tu noche.
Pintando con la cochinilla de las pencas y otros pigmentos sobre tus tapices el secreto de tu sangre y la del del cielo a saber.
Oaxaca Doña la O

Wednesday, April 23, 2008

Tuesday, April 22, 2008

Ecos de Blues en Ciudad Grande


A Modesto, a Ataraxia


Esta ciudad me devora, impaciente, desgajándome.
Cronometro en mano examino sus rincones,
su lastimada pared del miedo, su luminosidad traidora.
Cerca de las doce, por la bahía,
donde se reúnen los fantasmas en santa cofradía
a relatar fúnebres desaliños;
Bessie Smith se escucha en el eco de un susurro,
propio no para extraños ni profanos
sino para aquellos que hacen del soliloquio
una reverente práctica de ensoñación sus padeceres.
Es su Blues la reverberación del olvido inmutable,
la luz que se consume en un tajo de sombra
el lamento que dibuja el rostro de una alborada.
También yo escucho el Blues y fumo un cigarro,
ambos se acomodan a mi costado,
mientras mi delirio
austero por antonomasia,
navega en el desliz de una lágrima aventurera.
La ciudad desnuda de bullicio.
Un sobresalto estalla en la oscuridad silenciosa,
retumba en los laberintos sin cal de mis secretos.
Alguien me toca el hombro por atrás.
Algunas preguntas.
Es el vacilar en la inmensidad de un segundo.
Donde caben todas las posibilidades,
reflexiones e irreflexiones,
donde el trazo inconsciente
es el sitio preferido del universo.
Preguntas que se congelan entre el silencio y el miedo.
El tratar de correr en vano.
Recordar el color de las violetas,
El purple haze del Jimy Hendrix.
Creo que es el fin del delirio
del viaje siempre inconcluso.
Mientras escucho al mar y la Bessie Smith cantar a capela
el verdadero, el eterno Blues.
Reuniendo todas mis fuerzas
abro los ojos, me aferro a tu recuerdo.
Entre ambos, por un acuerdo legendariamente esperado,
diseñamos un rompe cabezas,
que mantenga entretenida la mirada destellante
de eso que intenta ser y es solo emanación de un espejo.
En la plenitud de la victoria indiferente
nos abrazamos y devoramos mutuamente con la bruma.
Mientras nos alcanza la historia
que es también hermana de las sombras.
El Blues continua

Sunday, April 20, 2008

Who Killed Brad Will?

¿QUIEN MATO A BRAD WILL?

Waldo López



¿Who Killed Brad Will? Es el título del reportaje por John Ross, publicado el mes de Agosto en el “San Diego City Beat” revista gratuita donde se puede ver un poco de todo: rock, cultura, buena cocina, opciones para la cena del fin de semana, citas virtuales, tatuajes o recetas médicas para la compra de marihuana. A este público bastante diverso llega esta revista con un artículo que llama poderosamente la atención. El cual empieza con una pregunta punzante: “¿Porqué las autoridades Mexicanas y de Norteamérica dejaron que los asesinos de un periodista norteamericano sigan libres? John Ross da una respuesta periodística, a manera de homenaje póstumo, a este cazador de noticias del freelance,, es decir: sin amos ni subordinaciones económicas y sí una clara definición ideológica a favor de los movimientos sociales que reclaman justicia social: “Esos de nosotros que reporteamos desde la línea frontal de los movimientos sociales en Latinoamérica, compartimos un entendimiento que ahí afuera hay balas con nuestros nombres escritos en ellas” dice John Ross, como el peligro latente y constante que persigue a todos estos periodistas que reportean desde el epicentro mismo de las movilizaciones sociales.

El periodista y fotógrafo Brad Will viajó 2500 millas desde New York hasta el sur de México: Oaxaca. En esos tiempos literalmente en estado de sitio. Los escuadrones de la muerte se movilizaban en las calles empedradas de esa ciudad colonial y capital de ese estado disparando indiscriminadamente. Brad Will filmó y reporteo estos acontecimientos, dando cuenta de los enfrentamientos entre los pistoleros de Ulises Ruiz que disparaban contra las barricadas, construidas por la APPO y defendidas con resorteras y canicas, mentadas de madre, basukas caseras y una lluvia de piedras. La xenofobia oficialista era y es demasiado evidente. Los reporteros extranjeros fueron tratados como terroristas por los pistoleros del Gober-Maldito. “si ves a un gringo con cámara mátalo”, mencionaba la radio oficial.

La tarde del 27 de Octubre Brad Will filmaba una confrontación en una de las barricadas a las afueras de la ciudad: Santa Lucía del Camino. Will se encontraba en un angosto callejón con las balas alrededor de él. Esperaba esa gran toma. Y lo logró. Al final de ella se puede observar con nitidez a dos hombres disparando sus armas. Se puede escuchar el disparo fatal y Brad Will caer filmando a sus victimarios y la cámara sin control. Tenía 36 años. Algunos fotógrafos del periódico El Universal también encuadraron a estos pistoleros fácilmente identificables. “Con todas las evidencias Brad Will filmó su propio asesinato. “Este es el México, donde la justicia no siempre funciona y donde sus asesinos continúan recorriendo las calles de Oaxaca, libres y evidentemente intocables”. “Curiosamente el asesinato de este reportero Norteamericano mereció una respuesta mínima del embajador en México Tony Garza, o será que Washington tiene otra agenda que se contrapone con la justicia de Brad Will y la privatización del petróleo mexicano”.

Brad Will fue una de esas leyendas de fuego en Manhattans Lower East Side. Miembro de Indymedia una publicación en Internet, la cual nació durante las batallas en Seatle, Washington durante las protestas en contra de la Organización Mundial de Comercio que tanto impactó a este país en 1999. Will fue un reportero independiente, uno de esos como Josh Wolf en San Francisco que utilizando el Internet y su propio equipo de filmaciones, rastreaba y reporteaba los movimientos que luchan por una mayor democracia y equidad social. Carecía de credencial de algún periódico de prestigio, pero utilizando la de Indymedia, él y Wolf, quien pasó siete meses en prisión por negarse a entregar a la policía copia de su trabajo fílmico en las calles, representan parte del futuro del periodismo. John Ross urga en el tiempo para mostrarnos quién fue este periodista independiente. Ross escribe: “el viaje de Will a la tierra donde habría de morir empezó exactamente después del fatídico Septiembre 11 del 2001 en New York. El impacto de ver las torres gemelas desvastadas y aún humeantes llevó a Brad Will y a un conocido suyo Dyan Neary, en ese tiempo un neófito periodista, a un viaje por Latinoamérica, donde existían un sin número de conflictos sociales sin resolver”. Durante 2002 y 2003 Will y Neary estuvieron en fortaleza Brasil, donde confrontaron al director del Banco Interamericano de Desarrollo durante las protestas sociales de esos días. Volarían posteriormente a Bolivia en donde entrevistaron a Evo Morales antes de convertirse en el presidente del país. A donde quiera que fueran ofrecían su radio independiente y su solidaridad. En febrero del 2005 Will estuvo nuevamente en Brasil en el centro de nuevas protestas sociales. Filmó la resistencia de miles de personas en la ciudad de Goiania lugar donde la policía reprimió asesinando a dos y arrestando a cientos. En los videos de Brad Will se puede escuchar el zumbido de las balas en torno a él. En esta ocasión fue salvajemente golpeado y esposado. Solo su pasaporte Norteamericano logró salvarlo. Viajó a través de Perú y Bolivia donde escaseo el dinero. Voló de regreso a New York ya pensando como financiar su siguiente viaje, de nuevo al sur. A principios de 2006 acompañó al Sub Comandante Marcos en el marco de la otra campaña por algunos estados de la República mexicana. En la primavera del 2006 de regreso en New York, seguía la evolución y ruta de la otra campaña y la incipiente rebelión en Oaxaca, oteando pensativo, desde su oficina, el rio de Brooklyn. Sus planes un nuevo viaje al sur, en esta ocasión a su encuentro con el destino. Compró un pasaje con un intervalo para regresar de 30 días. Voló de Brooklyn al aeropuerto JFK y de ahí rumbo a Oaxaca, un 29 de septiembre. Su regreso estaba planeado para el 28 de octubre pero nunca abordó de regreso el avión, al menos no este.

Al llegar a su destino Brad Will se encuentra con la comuna de Oaxaca y un conflicto resultado de una problemática económico y social cuyas raíces, y los mayores indicadores nacionales, son la pobreza, desempleo, desnutrición, analfabetismo y una sistemática violación a los derechos humanos, producto de la desigualdad social. Oaxaca, con sus 17 distintas etnias, cada una con una rica tradición en resistir al hombre blanco y mestizo de las clases sociales mas solventadas, bastión del partido revolucionario institucional y en ese tiempo un picaresco Presidente de la Republica: Vicente Fox.



En Oaxaca el PRI nunca ha perdido y el gobierno de Ulises Ruiz, un protegido y operador del excandidato a la presidencia de la republica: Roberto Madrazo ganaron la gobernatura mediante un fraude a la vieja usanza del PRI a una gran coalición encabezada por Gabino Cue. En los primeros 10 meses de su mandato Ulises Ruiz solamente fue capaz de demostrar su incapacidad, desencadenando por su cerrazón e insensibilidad el movimiento social más importante del estado y con ello una salvaje represión con los supuestos cuerpos de seguridad, ahora convertidos en pistoleros y organizados en escuadrones de la muerte. Generándose un verdadero estado de sitio, donde la represón y desaparición de miembros o no de la APPO fue una constante en la paralizada ciudad. “Brad Will carecía de credenciales para realizar su trabajo periodístico lo que lo hacía susceptible de ser deportado. Lo único que tenía era su credencial de reportero independiente de Indymedia, la que colgaba de su cuello. Día a día filmaba la lucha Oaxaqueña, la que ahora poseía el aura romántica de la histórica comuna de parís. México se cimbraba por el gran fraude electoral del PAN. Andrés Manuel López Obrador reaccionó con cientos de miles de personas en las calles de toda la República, especialmente en el DF lo que colocaba el conflicto Oaxaqueño como un asunto de segunda importancia”. John Ross describe así el fatídico 27 de octubre: “Will fue a hacer entrevistas a la barricada cal y canto, estuvo la de Santa Maria Ocoyotepec y en la experimental, las cuales se encontraban bajo asedio de policías estatales y preventivos vestidos de civil, los que baleaban a los miembros de la APPO los que valientemente se defendían con bombas molotov, resorteras con canicas, pedradas y basucas caseras. Brad Will escucha la balacera y se dirigen a la barricada Santa Lucía del Camino junto con otros reporteros, arribaron a las 3 PM. Will trepa a un trailer estacionado para filmar a los que disparaban. Los pistoleros fueron repelidos hasta la angosta calle Benito Juárez donde se introdujeron a un edificio antiguo, los reporteros siguieron a los miembros de la APPO, escudados de los disparos con un vehículo. Muchos de los rebeldes con las caras enmascaradas trataban de hacer salir a los pistoleros. En medio de este frenesí por captar el mejor ángulo posible, aparecen cinco hombres por la bocacalle aproximándose a 30 metros de los rebeldes empezando a disparar. Los pistoleros fueron identificados plenamente por los medios mexicanos. Pedro Carmona, miembro del PRI y policía, Abel Santiago Zarate “el chino” guardaespaldas del presidente municipal, así como Juan Carlos Soriano y Juan Sumano policías de Santa Lucía”. En el último film de Brad Will se puede apreciar cuando estos disparaban segundos antes de ser baleado en el pecho. Una bala penetró su corazón y una segunda que no fue filmada lo impactó en el costado izquierdo. Gustavo Vilches y el activista Leonardo Ortiz corrieron hacia él, su credencial se le había caído y nadie sabía su identidad. Con las balas zumbando alrededor de ellos lo sacan de la línea de fuego hasta la calle árboles. En el vocho de Vilches intentaron trasladarlo a la cruz roja. Le dieron respiración artificial y lo conminaban a resistir. El vocho en cinco esquinas se quedó sin gasolina. Intentaron detener un taxista, pero este apoyaba al gobierno y se negó. Finalmente un pic up lo llevó a un hospital a donde arribó ya sin vida, acorde al doctor Luís Mendoza. Ese mismo 27 de septiembre otras cuatro personas perdieron la vida. La muerte de Will se tornó en una noticia internacional ya que se contaba con su material fílmico.

La mañana del 30 de octubre sus amigos trataban de conseguir alguna información en el consulado mexicano de Manhattans Park Ave, donde aún se puede observar un graffiti rojo que dice: Vengar a Brad. Dos meses después anarquistas de Norteamérica pintarrajearon con letras rojas el consulado de San Francisco, exigiendo justicia.

El portavoz del Gobierno de Estados Unidos dijo: “Es desafortunado cuando una demostración pacifica se sale de las manos y resulta en violencia”, pareciendo responsabilizar a los miembros de la APPO por la muerte de Brad. El embajador Tony Garza, un viejo amigo de la infancia de George Bush dijo: “Es necesario retomar la ley y el orden. La violencia y el desorden en Oaxaca a involucrado maestros, estudiantes y otros grupos incrementando las demostraciones violentas”.

Tony Garza envió una señal con sus palabras al entonces presidente Fox. Ahora que un gringo ha muerto es momento de actuar. Al día siguiente el 28 de Octubre 4500 oficiales de la Policía Federal Preventiva y fuerzas de elite fueron enviados a Oaxaca para reprimir al pueblo y mantener a Ulises Ruiz en el poder.

Después de la autopsia el cadáver de Brad Will fue enviado a sus padres, los que radican en el sur de Milwakee. Los asesinos fueron inicialmente detenidos hasta que la procuradora Lizbeth Caña dijera que Brad “fue asesinado por los rebeldes” arguyendo que eran objeto de “una confabulación para internacionalizar el conflicto”. Por todos los medios trataron de culpar a la APPO. Las fotos y tomas resultaban contundentes, además que en la barricada Santa Lucía del Camino nunca hubo armas.

En marzo Kathy y Howard Will, un hermano mayor y su hermana vivieron una triste e incompleta visita a Oaxaca asimismo contactaron a Miguel Ángel de los Santos, abogado y defensor de derechos humanos. Este viaje fue traumático el King of Evil que permea el sistema judicial mexicano los dejó con la boca abierta y el corazón destrozado. Lizbeth Caña reafirmaba” los asesinos de Brad fueron sus mismos compañeros”. El departamento de Estado obviamente entró en un conflicto de intereses, ya que por un lado le interesa negociar el petróleo mexicano para lo cual es necesario el equilibrio en ese pandemonio de la política mexicana: Ulises Ruiz, el PRI, el PAN y el petróleo, todo pendiendo de alfileres en un escenario de caos y corrupción. El cual aún continúa en medio de la represión y la impunidad.


John Ross ha sido reportero del Bay Guardian por 22 años, ha escrito 8 libros sobre política mexicana y ha sido maestro en Harvard y UC Berkeley.

Friday, April 18, 2008

Murmullos en Peña Blanca

Primer murmullo

Con algunos acertijos a punto de reventar.
La noche camina sigilosa.
Sus velos cubren distancias y paraderos.
La cañada seca, de tanto apostar al desatino, señala con su dedo enclenque
un camino casi olvidado.
Sereno dejo que las caricias
de esa primera noche cubran mi cuerpo.
Sin subterfugios para acallar el lamento de los coyotes,
saludo el nacimiento de la primer luna.
El encinal remanso a esa melodía lunar que en el encuentro con el infinito,
llega sensual a mis brazos ahora vacíos.
Dejo que lo incierto, el mito y el oráculo saluden mi novatez.
Impido que la resistencia ahonde en mi incertidumbre.
Reflexiono que el amigo
no es el que cabalga trechos contigo,
sino el que da la mano ante los embates de la muerte.

Sin vituallas para el viaje.
Los nudos que sostienen la consciencia se destiñen.
El viento suave y amigo, viajero de senderos y abrevaderos,
es un murmullo que decifra el fín del mundo.
La noche, ojal del más allá, que en su espejo reflejo,
devela un escondite poco seguro al final de las razones.
Ojal de un camino que al andarse se transforma
en un paraíso volátil justo ante ti.
Severo y dúctil
amigo y asesino.

Pooco después, venciendo al sueño, que obstruía el sendero a descifrar.
Los destellos de las estrellas orquestan en la bóveda celeste
el mensaje del Dios
mitad hombre
mitad mujer.
El que clava alfileres a mi desvelo
y se desvanece en el horizonte.
No sé si oré lo suficiente
a lo largo de mi andar en círculos,
el cual subía al campás de la estrella de venus.
Así de cuatro en cuatro, similar a las heridas de los Bacaves,
los cuatro vientos y los cuatro guardianes del cielo,
me despeñé sobre mi mismo.
No sé si Abuelo o Padre luz
vena que nos une a la flama eterna,
fuego que se embadurna en los siglos, en las gargantas
de los hombres sabios,
de los hombres jaguar,
del hombre murmullo y el hombre silencio.

Segundo Murmullo

Rito austero
Más del corazón que de la razón.
Para descascarar la abulia enquistada en el alma,
la indiferencia embravecida y el olvido venenoso.
Rito que abre puertas al regazo de nuestra madre fina y siempre verde,
la que siempre espera, el tiempo necesario, para ser uno
con nuestro propio polvo.
No sé si venimos del maíz o del barro.
Pero seremos polvo, arenal, fango y lodo
en el devenir del canto de las cañadas.
En tanto
Con el tabaco amigo
liado con recuerdo y esperanza
ato la triada, trinidad más cerca de ser compa,
que cara compujida en el altar.
Una humedad luminosa me empuja dentro de mi.
No hay respuesta ni conjetura.
La plenitud de la mano hilandera huichol
que resguarda el ceremonial,
da pautas y se esconde en los retablos del color:
color-luz
color-ser
ser-sombra
ser-en-el-no-ser.

No era yo quien me recuerdo
Era tu recuerdo en la memoria infinita del fuego el que dictaba sentencia.
El crepitar de las brazas era inaudible consejo
hacían que los horizontes se desmoronasen perplejos.
Aventando soles diminutos que se consumían en su intento
de alcanzar un imposible lejos de si y cercas de ti.

Tercer Murmullo

La noche pasta en el ennegrecido llano del infinito;
es un chasquido de sombra
Salpica todos los salmos y suprcherías.
Es una enorme mariposa negra que suavemente, un apenitas,
mueve sus alas, refrescando el éxtasis del ofertorio.
Del encuentro mítico y añejadamente esperado:
El reencuentro consigo en uno mismo.
De cuatro en siete
De viento en marea.
Chispa de maíz
Año vientre
Año piedra olvido
Sacrilegio de dejar todo igual.

! A mover lo indisuluble, a arrancar mascaras de a cuajo!
Que lo indecible, por decir lo mejor, sea una serpiente coralillo,
hundiendo sus colmillos en la jauría que nos roba hasta la mirada.
¿Cuántas hogueras y flamas rotas?
¿Cuántas teas y solticios?
¿Cuántos amaneceres de espanto y alegría?
¿Cuántos caprichos y alimañas pichando nuestro sueño?
¿Cuántas sentencias y guitarras rotas?
Afinaciones a destiempo
viento que lleva
y otro que regresa en osadía.
¿Cuántos despertares de diversa textura y confitería?
¿Cuántos yoes luchando a carcajada abierta
contra mis días idos, días sin flecha ni querías?
Las manos hilanderas dejaron constancia de la constancia.
Del color y los sueños que en punto y cruz
zurcen la imaginación del Dios Sol.
De a cuatro la hoguera arde.
Las brazas de a cuatro insinúan con abstractas formas
la historia sagrada del yo.
Dicen de otros mundos y realidades: la clemencia de la ceniza.
La luna de soslayo posa su mirada en este lado de la montaña.
Los sonidos de la llanura se estrellan silenciosos contra la noche.
Las estrellas, con su corona de rubíes, se mueven
en glamoroso estertor, giran suave, se caen del cielo
incendian la noche por un instante.

Cuarto Murmullo

Ahí van los minutos.
En tropel por el filo del mundo.
Me señalan burlones, orquestan desdichas,
haciendolas sonar como el suspiro último de vida.
Yo recojo minucias, naderías que ato a un manojo de salvia
y las quemo para beneplácito de las catacumbas.
Los ríos de luces inundan el ceremonial.
Arracan el cielo raso del cielo aguijoneado de luz.
La mano que dibuja el venado azul y el blanco y el eterno,
la que mueve torbellinos y remolinos en los desiertos,
hace que salgan de los cuadros
y ardan en secuencia mezcalínica
entre las brazas que iluminan este rincón del ser,
este capitulo que no cierra su nombre
ni ante cómicas desiluciones
ni madrágoricas expectativas
con su " ya que nunca se es"

Palabra-Tabaco
Itsmo para navegar con la luna quieta y siempre correteando,
atizando el instinto, moviendo arrecifes y marejadas.
Palabra-Amiga
Para conjurar armónicamente
el beneplácito del sonido cósmico
con la marcha de los insectos.
Palabra-Espíritu
Que con su decir arden los rios, los dolores y resquemores
prestos a volar al encuentro de la palabra tropel
para volverlos ralidad, presagio, alud en el tiempo ido y venidero.
Donde arderán todas las flamas y hogueras juntas
En la flama madre
Flama padre
Fuego donde arde Dios.
Flama seca, cósmica, de calor volátil,
como la tregua entre unos labios que sin querer se olvidan.

Quinto Murmullo

De un pincel brotan mariposas, vuelan trémulas, eructando colores
en las ciénegas celestes.
Salen del sueño, traspasan tiempos y direcciones,
encuentros virtuales y ceremoniosas despedidas.
Vuelan y desperdigan visiones de raro explendor,
epopéyicas travesías, océanos y madrigueras,
continentes y oasis de frescuras desquiciantes.
Vuelan y vuelo
con el soplido de unos labios delirantes.
Vuelan y vuelo sin volar.
Sin estar siquiera, sin devenir, ni decir para apalabrarlo con la mirada del olvido.
Caos celestial que hace estallar al cristal que contiene la noche.
Vuelan y mi desvelo se vuelve mortaja blanda,
para esa parte intracendente de ti y esa parte rugosa de mi
que es vuelo que vuelo sin soñar,
sin el repiqueteo de campanas del recuerdo.

El hombre jaguar
es movido por la ayahuasca y el abuelo; conjura, dice.
Arma con una pala una luna
que para volar necesita volverse águila encendida.
Lleva la palabra - murmullo
El ara de una realidad desconocida.
Delirio - flecha
En el pecho de un raro designio
con el que marca el ritmo con su maraca - infinito.
El tambor, latir del fuego eterno
Abuelo-Vuelo
Vuelo-Abuelo
Convoca la sangre de los ancestros, para que brillen los dolores y las desilusiones.
A pesar de que aún muerto sigue este dolor.

Sexto Murmullo

Sueño y vuelo al unísono de un extraño pulsar
de chaquira y estambre
en el devenir fantástico de la alucinación.
Hasta la vigila enternecida llegamos.
Sin yugos o falsas operetas.
Sopesando los arquetipos del viento,
develandonos el sentido oculto de la vida.
El Deja Vu del primer hombre,
aquel que miraba lo que tu ahora ves,
desde la caverna, a través de la hoguera, el tiempo y sus avatares.
Apenas un glance
Te mira y lo ves a través de estas palabras
engarzando los tiempos al pacto final.
El ritual de los alimentos ostentosamente frugales.
Libres de habladurías, de chismes profanos y arcanos.
Listos para la sentencia de la claridad,
de la luz que se quema sin arder.
Luz que existe más allá de elucubraciones con marro y cincel.
Má allá del más allá.
Justo donde la chispa enciende otra constelación.
Donde se acrisolan con yunke y fragua todos los amaneceres.
A cavar, a remover la tierra
con las heramientas que nos da la luna,
con la inspiración de la hoguera para cincelar la siguiente aurora,
la que se habrá de desclavar del madero de los tiempos
para arder con la claridad de un nuevo sol.
Claridad y reflejo
Obra y conjunción en el inventario diario,
en donde se interpreta del tiempo el significado de los instantes.

La ayahuasca mantiene las venas de mi cuerpo encendidas.
El amazonas avanza majestuoso en la sangre de mi ser.
Rememora el milagro de los verdes.
A ritmo agreste del tambor ceremonial
el ritmo del corazón, latido con ecos y trozos de pedernal, juncos,
develandose otra realidad.
En mi sangre el veneno de la reflexión.
Del sentirse uno en los otros, en lo que viene atracito del horizonte
aventando puñados de luz para despojar a la noche vieja
de sus sombras y volverla justo ante nosotros
nuevo amanecer y en jolgorios un funeral.

Murmullos en Peña Blanca

Primer murmullo

Con algunos acertijos a punto de reventar.
La noche camina sigilosa.
Sus velos cubren distancias y paraderos.
La cañada seca, de tanto apostar al desatino, señala con su dedo enclenque
un camino casi olvidado.
Sereno dejo que las caricias
de esa primera noche cubran mi cuerpo.
Sin subterfugios para acallar el lamento de los coyotes,
saludo el nacimiento de la primer luna.
El encinal remanso a esa melodía lunar que en el encuentro con el infinito,
llega sensual a mis brazos ahora vacíos.
Dejo que lo incierto, el mito y el oráculo saluden mi novatez.
Impido que la resistencia ahonde en mi incertidumbre.
Reflexiono que el amigo
no es el que cabalga trechos contigo,
sino el que da la mano ante los embates de la muerte.

Sin vituallas para el viaje.
Los nudos que sostienen la consciencia se destiñen.
El viento suave y amigo, viajero de senderos y abrevaderos,
es un murmullo que decifra el fín del mundo.
La noche, ojal del más allá, que en su espejo reflejo,
devela un escondite poco seguro al final de las razones.
Ojal de un camino que al andarse se transforma
en un paraíso volátil justo ante ti.
Severo y dúctil
amigo y asesino.

Pooco después, venciendo al sueño, que obstruía el sendero a descifrar.
Los destellos de las estrellas orquestan en la bóveda celeste
el mensaje del Dios
mitad hombre
mitad mujer.
El que clava alfileres a mi desvelo
y se desvanece en el horizonte.
No sé si oré lo suficiente
a lo largo de mi andar en círculos,
el cual subía al campás de la estrella de venus.
Así de cuatro en cuatro, similar a las heridas de los Bacaves,
los cuatro vientos y los cuatro guardianes del cielo,
me despeñé sobre mi mismo.
No sé si Abuelo o Padre luz
vena que nos une a la flama eterna,
fuego que se embadurna en los siglos, en las gargantas
de los hombres sabios,
de los hombres jaguar,
del hombre murmullo y el hombre silencio.

Talismán de Luna

Llego y llego
Desde un rincón de la fantasía.
Sigilosa penetró por las yemas de mis manos;
con un relicario de preguntas
y una locura que mata-sin-morir-mañana, me extremeció
de los pies a mi larga sombra.

Primero el desconcierto, la inocente forma de plegarme a lo desconocido,
luego el éxtasis de saberme infinitamente finito.
De dar en gracia y volverme arpegio de espuma
para ser de al menos un instante
de más o de menos poco importa.

Así en medio de las voces y el devenir de la sexta
con luz de cuarzo
cuajaron los esmeros y los tintes de la claridad.
De mis manos la linea indivisible de lo infinito
se hacía hermano.
Los tiempos y las distancias
tañian con su perfume al cedro y la caoba.
El sudor de las cañadas se volvía neblina,
apretujaba con su vaho mi cuerpo
que se desvanecía buscando tu arrebato

LLego y llego
Como el fresco rocio peinando la cabellera de los maizales.
Hilando con ternura a la luna, con filigrana de plata,
luz, sombra y destello, para que los hombres de saber
se les ocurriera de al menos la última palabra, como ocurrencia de un verso.
De al menos tocar ligeramente la piel del rio,
que busca con ansias su escencia hermafrodita
de Mar y la Mar.

Llego y llego
como un lejano tintineo de campanas bajo el agua.
Metiendose ingenua bajo la lengua
para ayudar a pronunciar la palabra sagrada.
Llego y sin haber llegado del todo,
como justificación,
como ir a misa de domingo a las seis de la media noche.
Llego y me hizo hizo voltear al cielo, con la paradoja de lo eterno,
metida entre los ojos.
Llego y llego
siempre lejana, inconmesurable,
como la punta de un alfiler grafiteando la carne.
Con el canto de los desheredados.
Con el paso lento de los insectos en la hojarasca.

De pronto me vi cerca del abrevadero.
Me dije sin hablar de lo inútil de la busqueda,
de lo fugaz que resulta el viaje a tu sueño.
Giré y me vi desde los ojos de mi yo lejano.
Con la tristeza de la melancolía emanando de mi reflejo.
Sin mediar palabra nos sumerjimos en las aguas encendidas
siguiendo tus huellas en la piel del rio.

Llego y fue llegando
con el cosquilleo de las tardes de verano,
con el murmullo de una escultura de jade.
Venciendo al brujo de agua negra.

Llego sin llegar apenas
con su flecha hirió a la noche
sangrando de estrella su liviantad.
Fue como si los sueños ardieran trás los pinares,
como si las nubes nos dijeran al oido
el pudoroso secreto de la lluvia
y nos deslizaramos en el resoplar rojioso de la alborada.

Llego y fué sin ser lo que no llego.
Una migaja de sol, un pedazo del vientre de luna,
para utilizarlo como talismán
contra toda desventura y hechicería
en cualquier olvidado zaguán.

Llego tejiendo ardores de vida, fragancia de cielo.
Llego amotinando seibas y atardeceres,
dibujando sobre el fango una estrella boreal.
LLego a esperar lo que aún no llega.
Llego apenas su sombra, apenas un alo,
apenas un apenitas
ni un tantito más.

Caleido-Scorpio ( Fig 3)

Modesto gusta de los ardides.
Se le afina el diente cuando la luna llama esa parte de él que es coyote o marejada,
según consejo de la cábala o el sobresalto.
Modesto es un ser camaleónico.
Su alma a sido adoquinada por las visicitudes de encuentros y despedidas.
Es mitad hechicero y mitad abuelo invitando al convite.
Nos deleita con la historia de un barquito de papel en la tormenta.
Modesto lanza la moneda al aire para decidir si su siguiente texto lo empieza con una aguda o una esdrújula, dando picotazos a su café de Veracruz o Chiapas.
Modesto los viernes conecta su guitarra eléctrica.
Fija su mirada en un punto que no existe y empieza su concierto.
Conforme va creando una enredadera de instantes cromáticos
le empieza a brotar el pelo blanco y la barba.
Al ritmo del relumbrón se remonta al Mississippi.
"Crossroads" dice Modesto y continua absorto.
Cierra los ojos le envia un e-mail a Dios y le sigue creciendo el pelo y la barba,
color plata, color nácar.
Hasta que en el éxtasis de la iluminación
queda convertido en el cuarto hombre del Z Z Tap.

Modesto baila la danza del venado
cuando descubre en sus neuronas la melodía de un ser ancestral.
Canta y se deja llevar por el ommmmmmm budista
y por las noches invoca a Gardel.
"Crossroads" dice Modesto y se mete al diario Milenio para leer lo nuevo del taller.
El sabe que el Coyote canta de gusto cuando ve la Lejana Luna salir
El es así dice Ivan en tanto Modesto se acomoda los lentes,
saca del baúl un teodolito y pone a hervir agua para las yerbas del suspenso.
Lee el texto de algún amigo (esos que se embriagan con la bruma y salen a pescar palabras)
Modesto tiene una alforjas que trean los pasos perdidos y el quijote a saber. Ahí dentro Hengels le guiñe el ojo a Kant, en tanto los Beatles
empiezan a tararear una canción desconocida.
Modesto brinca la rayuela que dibujo Cortázar. Arma, pero muchas veces también desarma, avioncitos,atardeceres y un que otro querer.
Algunas noches sale a caminar a un callejón oscuro, donde la luna y la Piav lloran de estrellas fugacaes y de gatos el rondín.
Sé que uno de sus secretos es una bola de cristal.
La utiliza para poder susurrar de noche a nando a san diego,al cuervo a cherry lips a zutano y también a merengano ideas, tips para el algún poema.
Al día siguiente, quién sino él, para aventar confeti y palabras de aliento en la vendimia de los versos.
Ahí mero recoje el diezmo que la vida le ofrece.
En tanto llega la noche como mariposa posandoce sobre el ocaso.
"Crossroads" dice Modesto y se desvanece.

Caleido-Scorpio (Fig 8)

Desde los tiempos primeros, ha sido la palabra lámpara para iluminar el camino en todas las civilizaciones. Fue la palabra la que marcó el rumbo de una nueva especie. En la medida que fue logrando invocar y evocar al tiempo del movimiento universal. Cuando logró asimilar e interpretar el lenguaje de las estrellas, se abrió ante este nuevo ser las posibilidades infinitas de la imaginación. La capacidad de crear paralelos alternos a nuestra realidad.
La hoguera en sus orígenes ardía en medio de la desolación y una inferiodidad, en relación a otras especies, bastante peligrosa y desventajosa. Era la palabra, el balbuceo inicial de nuestra especie la que iba creando alternativas de organización y sobrevivencia, al tiempo que iba nombrando todas las cosas, poblando de abstracciones su medio y circunstancia. Su organización y sobrevivencia habrían sufrido de fatídico desenlace, si su incipiente estructura social en el tobogán de la historia no hubiese dependido del lenguaje.
Fue la palabra la chispa que iluminó la ruta por donde el hombre habría de tejer en el tiempo su cultura. El relato, el mito, la leyenda, el oráculo basados en la palabra fueron la evidencia de su ulterior desarrollo. Brújula en el devenir de los tiempos y su esplendor. Por ejemplo Milton creo la escenografía del paraíso y la gloria. Dante nos llevó de la mano a conocer y recorrer el infierno y sus vericuetos.
En todos los escenarios culturales a través de los siglos pudo el hombre, articulado por la palabra y su capacidad creadora, diseñar alternativas para su propia evolución en todos los órdenes de su estructura social y biológica.

La palabra misma se invistió de diivinidad cuando creó a Dios. La palabra redimió su propia naturaleza proyectándose y descubriendo su medio y su escencia. Pudimos decir: Mañana o ayer. Pudimos argumentar numéricamente y pudimos invocar la presencia de Dios en medio de la desolación del tiempo y su espacio. La actividad gnoseológica del hombre tuvo como palanca para mover la epopeya más hermosa, al menos en este rincón del ático celeste, a la palabra y algo jamás anteriormente visto: La naturaleza descubriéndose a si misma frente al espejo. Observando ensimismada sus formas e infinitudes, la noción de su propia existencia, recreandose en una lluvia de firmamentos. Pudo reconocer su propia mirada, su propia consciencia y su sombra. Sintió el calor de la magma recorrer las venas de su ser, descubriendo la ocurrencia de su propia creación. Fue entonces cuando surgió el impulso primer, el primer alito , la flama de la consciencia. Tuvo que decir ¿Dónde? para guarecerse de la infinitud de los recovecos y barandas celestiales, para que su propia sabia se remontara en el motivo de todas las cosas.
Fue la palabra el soplo para derribar los límites del infinito, recuperarlos y multiplicarlos en su propio laberinto de espejos. Encendió con su imaginación la llama que no habría de consumirse: Lo Eterno, su parte masculina. La eternidad, su parte femenina. Dioses de las grandes y pequeñas cosas y lo restante por nacer.

Caleido-Scorpio (Fig 5)

Decía Elias Canetti que la palabra salva. Cuando su hermano yacía moribundo no dudó y empezó a escribir un relato para arrebatárselo a la muerte. No logró concluirlo a tiempo para que su hermano lo leyera. A pesar de este duro golpe Canetti nunca dejó de creer en la magia de las palabras. Esta convicción lo incorporó a la cofradía de esos pocos que saben que la palabra puede redimir al pasado de la muerte y al futuro volverlo anhelo.

Zarabanda

Apenas entreabierto el antiguo portón de encino,
la embriaguez de otros tiempos
su zarpazo de aromas: querosén untado al recuerdo,
aromas íntimos e intimidades compartidas.
Bálsamo a la herida que nunca duerme,
giraluna del alma, flor en pena.
Los perfumes del mediterráneo y el sudor del candomble
embarrados en los barriles de cedro
son la bitácora del burdel.
El umbral dibuja otro siglo.
Sobre el amorfo ronroneo de voces,
tres guitarras desgarran como cuchillada al aire,
la abulia enternecida, la sonrisa burlona.
Hilvanan inescrutable profecía.
Trenzan con sus acordes la liana para subir al cielo,
donde amigos y enemigos nos endilgan
sueños emplumados de ensueños.
Sobre el tablado a palmoteo abierto
invocan al poeta cuya sangre abonó esta tierra de Granada.
Una silueta aparece chispeando a la luz de los candiles,
su pedrería samaritana de luna.
Danza entre giros, teas y romanzas;
conjura truenos y relámpagos.
Sus manos, sus piernas y cadencias
invocan tempestades.
A taconeo abierto hace que retiemble el centro del recuerdo,
las mil y una noche contenidas en su mirada.
Afuera la noche camina sobre el tejado,
con su violín de estrellas y lejanías
pulsa emociones, embriágueses y el canto
del poeta que vaga en la plaza.
Aquí dentro el tiempo se detiene
observa a la zarabanda fiel a su estirpe
embelezar a moros y cristianos con su baile.
Todos los aquí reunidos han llorado
la muerte del poeta.
Por eso están ebrios de optimismo,
ante la desdentada pradera de lo irremediable.
Por eso agrietan lo imposible
con el viento, sus guitarras y su canto;
veneran esos amores que se difuminan
en el amplio valle del recuerdo.
Las castañuelas ruedan desde el cielo
hasta la sangre vertida de una mujer adorable.
Dicen desde el delirio del fuego
que la otredad hará resonar la leyenda
en aguas y lluvias que viajan a la mar.
Todos están con la mirada serenamente feliz.
Observan el sepulcro y su cruz de madera
con el nombre de Federico gravado a cuchillo.
Todos aquí veneran a la risa,
palmotean, cantan y espantan la tristeza con las manos.
En tanto se renuevan los brios
por atrapar a la noche que vaga afuera.

Brujo

Me observa fijamente.
Trata de interpretar mis palabras y mis silencios.
Le hablo de mis dolencias y preferencias.
Le digo que disfruto de mi café de Guatemala antigua.
De los tres años de poesía que acabo de incinerar.
El me observa desde un pozo profundo,
mueve la cabeza ligeramente, como tratando de decir:
!Claro que te entiendo!
¿Qué no te das cuenta, que todas las barreras
se encuentran en nuestra percepción?
Mueve la cabeza esperando mi respuesta.
Sus ojos juegan a serpientes y escaleras
en el tablero del silencio.
Donde se apuestan cadencias, rumbas
y uno que otro cha cha chá.
Empiezo a rayonear una hoja en blanco, virgen.
Abarcando toda la superficie escribo: Hoy.
Siento en mi espalda su mirada.
Volteo y lo veo mirándome.
Su silencio es primo hermano de las catacumbas.
Su respiración es más rápida que la mia.
Voy hacia él, le acaricio la cabeza.
Le pongo un collar de cuero negro
y lo saco a pasear.






Brujo y Waldo Lopez (Blusero)
Foto: Amaury Lopez

Posesiva

Mi única compañera fiel y solidaria
es en verdad la soledad.
Hacemos de la noche un inventario
de pasos dobles y cactus en el desierto.
Reacomodamos con nuestras manos
las estrellas en el cielo, creando nuevas cajas zodiacales.
Gusta de acompañarme por los recovecos urbanos
de esta ciudad frontera.
Visitamos bares, casas de cristal
o contamos piedras en la Rumorosa.
Intercambiamos caricias agoreras, lánguidas aguitas
para jugar al pícale en la calle del recuerdo.
Ella es mi confidente,
la chispa que enciende llamarada.
Se disfraza de sombra durante el día
alargando clemencias, abollando indecisiones.
Por las noches se acurruca en mi cama
con su aroma de luna en celo.
Me llena de besos y canta como jibarita.
Lo que en verdad le molesta
es cuando escribo eso que nombro poesía.
Me reclama airosa.
Pinta una acuarela con los colores
exquisitos de los celos y me abandona.
Es cuando me quedo solo
y sin mi soledad.

Pacto de Sangre

el amor es eterno mientras dura
I.Serrano

Es otra historia
como muchas otras
extraviada en el pan nuestro de cada día;
para que lo entiendan troyanos y arcanos,
los profetas del amor en turno,
los equilibristas del delirio.
Como toda anécdota, relato o refranero
tiene un personaje
el cual teje con dos agujas una telaraña
para salvarse del olvido.
Es tu recuerdo;
ese extraño personaje que atosiga mis noches
cuando menos lo espero.
Adulterando mis sueños, mis afanes,
mi destierro de frambuesa.
Emerge soberano .
Destilando rubor de amanecida.
De su pelo pende un fuego negro,
tornasol al soplido de la rosa de los vientos.
Dice con voz de esmeralda, bruñida de somnolencia
Que me ama, son sus palabras de amores
ecos que se desquebrajan
en una lluvia de ensueños boreales.
Invito a tu recuerdo el mejor de mis vinos.
Para que escancien los puertos y la estrella de la mañana.
Brindamos con la luna husmeando por la ventana.
Sellamos el encuentro con un destello
del diamante padre.
Vamos en pos de la alborada;
Continuamos brindando y amandonos hasta la locura,
con el vapor de nuestros cuerpos encendemos la melancolía.
El follaje de nuestras caricias
es fuego blanco que no quema la piel.
Me dice el secreto del ábaco,
de los crisoles que producen
la diadema de los cometas.
En el clímax del deliro y las vomitadas
nos prometemos amor eterno.
Y en un pacto de sangre :
No volver a acordarnos de ti.

Danzantes Nocturnos

La hora en que los danzantes nocturnos se convierten en estrellas. Son palabras robadas a otro texto que escribí tiempo atrás. Algo tenía este verso que atrapó mi atención más no así el poema en su totalidad. En el momento de la relectura, con unas buenas tijeras, podé todo el poema y solo sobrevivió esta línea, sin remordimiento o un mea culpa extraídos desde la distancia. Al ver relucientes estas palabras sin el heno y la paja, cobraban ante mis ojos una nueva dimensión. Dejaba el texto de ser simplemente una bocanada existencial de una desilusión y se transformaba en un vitral con otros colores y tématica diferente al original. La hora en que los danzantes nocturnos se convierten en estrellas; eran más que los residuos de otro poema, palabras recreadas a destiempo y por otros motivos. Ahora, cuando los días y noches recurrentes y obsesivos, abrevaban del tiempo sus santas pócimas, un nuevo sendero se abatía sobre estas palabras. Generaba una nueva dicotomía para tracender su naturaleza colocándose en el eje mismo de una nueva creación.
Al reinterpretarse así mismas estas palabras, en ese extraño sortilegio de insospechados motivos y argucias celestiales, dejaban su pecho abierto para que la flama de su propia esencia marcaran la ruta. Estas líneas recreadas en las sombras de la noche, cuando el brillo de la metamorfosis divina es más elocuente, cuando el retiro, el sueño, la retroacción espiritual se encamina hacia lo eterno, hablaban y se reflejaban en un ceremonial de fuego danza y tambores. En este plano ocurre el milagro de la transmutación de la carne y su espíritu se inserta al cañamo que ata firmamentos, más allá de razones y explicaciones vanas.
¿Cómo sacrificar el resto del poema sin estas palabras o cómo sin estas palabras liberarme de su obsesión? Salomónica salida. Darle sentido a las formas abstractas que las acuarelas liberan con las caricias de las olas sobre la arena. Crear un nuevo dibujo austral, donde el desdoblamiento del DNA o la música cósmica que producen los astros en su despeñarse en lo eterno sean al unísono, con el Dador de entelequias celestes, una sinfonía más en el firmamento, es decir: otra estrella o sol en la concatenación de antagonismos, nimiedades o constelaciones. El estribo del infinito

La hora en que Los Danzantes Nocturnos se Convierten en Estrellas

una poesía criolla entre nosotros no lo sería de un modo cabal con olvido del negro
Nicolas Guillén

TUM TUCUM

Noche para el delirio
para que el frenesí enrarezca la sangre.
Laxitud del alma
para que vuele no hay que dormir.

TUM TUCUM
TUM TUCUM
TUCUM BATICUM

La hoguera y los tambores.
Las brazas y la poliritmia
abren la ruta más corta al mundo que no está.

TUM TUCUM
TUM TUCUM
BACUM BATICUM
Adombe, Gangá, Mondé
Candombe Nené.

Las intensidades se duplican.
Los sudores son la quintaesencia
de las olas.

Aya Bamba, Ya Bembé
Candombe Nené

Es la hora de los adagios.
Cuando la señora noche
muestra sensual sus confiterías celestes.

Canbombe Nené
Candombe Nené

Rechina el cuero de los tambores
Zumbi baja del cielo en forma
de lanza de fuego.

Adombe, Gangá, Mondé
Candombe Nené
Aya Bamba, Ya bembé
A comé Ananá

La música lunar macerada
con la sabia de los equinoccios
señala la ruta.

TUM TUCUM TUM TUCUM
TUCUM BATICUM
Aya Bamba, Ya Bembé
Candombe Nené

La danza es sobre el fuego.

TUM TUCUM
TUM TUCUM
Adombe, Gangá, Mondé
Candombe Nené

Para que se quiten del alma los grilletes.

Candombe Nené
Candombe Nené

Para que la raíz arrancada de cuajo
no sangre más la distancia.

Adombe, Gangá, Mondé
Candombe Nené
TUM TUCUM TUM TUCUM
TUCUM BATICUM

Entre las fauces de la selva
la fogata vomita sortilegios.

Candombe Nené

Historias bruñidas con el dolor de la raíz
para amortajarla al otro lado del mar.

Adombe, Gangá, Mondé
Candombe Nené
TUM TUCUM TUM TUCUM
TUCUM BATICUM

Con uña de lagartija y el brillo de los acestros
el redoble del
TUM TUCUM
TUM TUCUM
TUCUM BACUM BATICUM

Danza de invocaciones.

Candombe Nené
Candombe Nené

Para atisbar el mundo oculto de los muertos.
Lo que no se ve con el mirar.

Adombe, Gangá, Mondé
Candombe Nené

Piel de leoprado y plumas de quetzal.

TUM TUCUM TUM TUCUM
TUCUM BACUM BATICUM

Giros entre luces, espíritus, éxtasis de plata.

TUCUM BACUM BATICUM
TUCUM BACUM BATICUM
Aya Bamba, Ya Bembé
Candombe Nené

Para atrapar la víbora de dos cabezas.

Candombe Nené
Aya Bamba, Ya Bembé
Adombe, Gangá, Mondé
Candombe Nené

Atisbando los motivos de las tinieblas.

Adombe, Gangá, Mondé
Aya Bamba, Ya Bembé

Lo oculto tras los cortinales de la muerte.

Adombe, Gangá, Mondé
Candombe Nené
BACUM BATICUM BACUM
Candombe Nené
BACUM BATICUM BACUM
BACUM BATICUM BACUM

Buca Trepate y Buca Nené
Buca en lo oculto de la Na
Trepate y Trepate
Buca y Ma Rebuca.

La Magia se Hizo Canto

El vapor suave
consecuencia de haber amado el cielo y la tierra
se evaporó en el infinito;
las estrellas entendieron el embrujo y enviaron un destello
para fertilizar en el barro el canto del tambor.

Canto Negro

Tres cicatrices de espuma quedaron marcadas
en el costado de la historia.
Abrieron compuerta, rompieron celosía.
No se comprendieron a tiempo las trampas del espejo, las cuentas,
la pólvora, el caballo y la armadura.
Crucificos para despostillarlos en la espalda
de nuestros ancestros.
Látigo para mostrar la buenaventura
del pan y del vino.
Tres cicatrices sobre un mar desconocido,
acechado de monstruos.
Tras del límite germinaron los eclipses;
descendieron las sombras con los utencilios de guerra,
signos y escudos dibujados con fuego invisible.
Conquista de un nuevo horizonte.
Tres arañazos de un fuego fatuo
atestiguarían la arquitectura del desenlace;
marca indeleble al nuevo despertar
súbito, sudoroso.
Los remos y la quilla, la cañonera y el timón
aguardaban su tiempo.
El acontecimiento ya se desmoronaba del cielo.
Ya el canto de lo inescrutable acataba dictámen
antecedía la marcha de las cruces y las espadas.
El edicto de la sentencia acumuló gritos y espasmos
aún después de la muerte.
Ardió la espera equivocada, el vaticinio de los dioses.
También los labios de Xochitzel se volvieron alas de fuego
para no caer en manos del enemigo.
Esta visión mía, constancia del susurro del viento,
tenue ráfaga que desprenden los labios de Xochitzel cuando duermo,
para reventar al día siguiente
en rosas negras y flores de canela.
Porque la pena no fue solo nuestra, también llegó de otras tierras.
Traspuesto el horizonte la Santa pintada de niña
tiñó de rojo la causalidad de la conquista.
El veredicto llegó como tropel de tambores en el viento,
a distintas latitudes y puertos,
antes de la aurora, antes del desembarco.
Pues el canto aquel que abría de florecer en tierra extraña
llegó con partitura de grilletes.

II

Canto Bantú en New Orleans

New Orleans la de muchos amantes,
la que se desgrana en noches tintineantes
y aguijonea, aún más, la tristeza del abuelo.
New Orleans marchas triunfal con la música Prusiana,
por dentro el aliento moro, por la España que te compró.
De un bregar y botín la presa, hasta que un Bonaparte
te integró a París.
No serían muchos los años
la rueda del destierro había girado. Nada huía del hálito de las nubes.
Todo se reducía al acatamiento de la tristeza.
Canto entre pedernales escarlatas de luces sordas, espesas.
Danzantes de fuego
en la pupila del vaticinio augurado
por el poder omnicente del Dios de la noche.
Alquimia musical; nota filosofal desde el Africa exhuberante,
verde-negro al rojo de las llamas del desencuentro.
Idilio sopesado en el ansia;
en la alucinación voluptuosa de hablar con la muerte; de ser y no ser
en la explosión contínua de los instantes.
Todos los ingredientes necesarios:
lamento yoruba y strip tease de Marsella
tambores y brillo de zafiro de Costa de Marfil.
Todo en la ocurrencia de Xangó para burlar
la inquietante pena de no poder separarse de la noche.
Trampa del horizonte para amarrar tantos mares
al muelle donde enquilla la distancia.
New Orleans llaga negra, supurando desconcierto de fuego;
elixir con sangre Bantú de un sagrado antepasado.
Noches de ajetreo en torno a la hoguera.
Storeville tendida a un lado del mar.
New Orleans de tus putas doradas, risos y guiños
para desbordar la locura con botellas de whisky y ron,
besos, puñales de dulzura para rasgar los poros de una negrita
gentiles al contacto del brillo de la luna.
Conquista musical del mundo cuyo origen
se encuentra en el vientre de un burdel, para saquear,
exprimir al tiempo y con sus esencias construir andamios
para trepar y contemplar las formas sensuales de la eternidad.
New Orleans la de tus negros ensuciando los lirios y crisantemas,
fornicando con una pena de tetas de mulata,
y en menos de dos siglos
parir la formula para conjurar los vaticinios de la tierra: El Jazz.

III

Canto a un final imposible

El mismo cielo
el mismo repiqueteo del mar
y sus jeroglíficos de espuma dibujándose en las rocas
"todo tan diferentemente igual"
como el vuelo de las gaviotas
y su graznido que se escabulle
en el horizonte perpetuamente azul.
Hay certeza de la llegada
del arribo de nuevas circunstancias
cirqueros y bedetrices entre la niebla.
Instantes eternizados por el amor inacabado, imposible
de la luna con el sol
del sol con la luna.
Este suspiro que nostros llamamos siglos
y es el amor a la distancia
vuelto día, vuelto noche.
Cada etnia con su rito y sus flores, pintura y tambores,
para quemar el canto en la invocación de los equinoccios.
Danza con frenesí y antorchas.
Esta batucada del alma es el ruido interno de las moléculas,
el burbujeo de las aguas termales de la nada.
Si los siglos se tornan amarillos
por el corrosivo impacto del imposible,
este canto tiznado con el satín que viste la noche
se vuelve eterno
y recorre con asia loca el destello de los astro-dioses-soles
que nostros llamamos estrellas.
A vuelo el tañido de las campanas de aire,
aventura jubilosa del río
que el canto no es propio,
Es el gozo inescrutable de nuestro planeta azul.
Es la ofrenda de nuestro mundo a su creencia,
es el canto negro una reverberación
que recorre el encanto de los ecos
a través de un relicario de primaveras.
Algarabía de la sangre que golpea los tambores, invoca
al presagio, y recorre en círculos al universo,
para que regrese al mismo punto de partida y ser nuevamente
visión de Acotirene,
para desplomarse en la caía sin fín del cielo.